2/25/2007

Caminar bajo la lluvia

Cuando dijo a mi me encanta caminar bajo la lluvia, sonó tan poética que la imaginé mojada. Sentí las gotas frías de agua en sus labios y en los míos. La quise más, aunque ella no sabía que la quería. Imaginé un paisaje verde, la llovizna ligera, la brisa acariciando su largo cabello en sensuales ondas negras. Tal vez un claro en un bosque, algunos animalitos silvestres buscando refugio de la lluvia, y ella llamándolos, vengan a caminar conmigo, desnuda bajo la lluvia. La quise más. La deseé toda.
Cuando dijo me encanta sentir la lluvia en la cara dije a mi también, caminemos dando saltitos felices en la campiña, toma mi mano, su blusa mojada, su pelo sensual, su boca sin sed. Caminemos, no importa que llueva, el cielo ya está por caerse en gotas, mojémonos juntos, qué alegría compartir esta humedad, qué sed de soñar contigo, caminemos desnudos bajo la lluvia, juntos.
No contaba con el aguacero, los zapatos convertidos en charcos portátiles que nos perseguían salpicando cada paso. Cuidado, viene un bus, levantó una ola que nos vistió de manchas y ahogó la poesía imaginada. Algunos otros animales motorizados completaron la labor de empaparnos, aguacero metropolitano, la corbata nueva, era de seda, el maletín de ejecutivo cubierto de barro de ciudad, busquemos un refugio, la odié toda, era falso aquello de cantar bajo la lluvia, sólo a Gene Kelly le queda bien el traje húmedo y sólo a él no se le corre el maquillaje en terribles ondas negras. No me gusta caminar bajo la lluvia.